Vivamos lo que creemos
Estas lecciones puede enseñarlas sólo el que las ha aprendido. La enseñanza de la Escritura no tiene mayor efecto sobre los jóvenes porque tantos padres y maestros que profesan creer en la Palabra de Dios niegan su poder en sus vidas. A veces los jóvenes sienten el poder de la Palabra. Ven la hermosura del amor de Cristo. Ven la belleza de su carácter, las posibilidades de una vida dedicada a su servicio. Pero ven en contraste la vida de los que profesan reverenciar los preceptos de Dios. A cuántos se aplican las palabras que fueron dichas al profeta Ezequiel:ED98 259.2
“Los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto a las paredes y a las puertas de las casas, y habla el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd qué palabra viene de Jehová. Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oíran tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra”.ED98 259.3
Una cosa es tratar la Biblia como un libro de instrucción moral y buena, y prestarle atención mientras esté de acuerdo con el espíritu de la época y nuestro lugar en el mundo, pero otra cosa es considerarla como lo que en realidad es: la palabra del Dios viviente, la palabra que es nuestra vida, la palabra que ha de amoldar nuestras acciones, nuestros dichos y nuestros pensamientos. Concebir la Palabra de Dios como algo menos que esto, es rechazarla. Y este rechazamiento de parte de los que profesan creer en ella es una de las causas principales del escepticismo y la incredulidad de los jóvenes.ED98 260.1